en la vida estuve
con las mujeres
equivocadas en el
tiempo oportuno,
todas llegaron sin
buscarlas
como una luz
intermitente del semáforo
que se resigna a
altas horas de la noche
a observar uno o
dos transeúntes pasar
con la luna sobre
un papel carbónico
y esas nubes igual
de oscuras,
es más probable
que llegaran
como
luciérnagas o mosquitos
atraídas por los
mercurios
y en medio de esa
luz imaginada
se acostumbraron a
quedarse
a incinerar sus
alas, a cegarse
comprendo cuando
me odian
en medio de taxis
de la Vieja Metrópoli,
esperaban una luz
en el papel carbónico,
algo más que la
estación al Atlántico,
sus bancas solas
con hombres solos,
ese joven
enrolando por primera vez
en la esquina de
La Puerta del Sol
no me arrepiento,
aunque debería,
tanto como ellas
de encontrarme,
sentado donde me
ves
sin decir nada,
con la mirada
perdida,
espero nos suceda
todo lo contrario
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